¡¡¡¡ENHORABUENA!!!
El sol se hallaba entre las montañas del pueblo de Pitipirrín donde sus
habitantes se despertaban felices contentos y cantando por que hoy era 84
de solitiembre, Navidad. Todo el mundo salía a pasear, todos…., menos
Trópoden, un habitante un poco diferente a los demás. Los habitantes eran
bajitos, regordetes, tenían los ojos pequeños, las orejas puntiagudas y la
nariz pequeña. Trópoden en cambio, era alto, delgado, peludo, con los ojos
gigantes, las orejas pequeñas y la nariz grande. Ese día para el, era el peor y
es que Trópoden no entendía esa felicidad con la que todos salían a la calle.
Esa misma mañana Trópoden salió a pasear y en lo alto de una colina vio a un
anciano regordete, con barba blanca y vestido de rojo. Trópoden corrió
colina arriba hasta llegar a él. Cuado llegó, asustado se le acercó, y como vió
que no era igual que los habitantes de Pitipirrín, le preguntó si sabia qué
pasaba ese día, porque todo el mundo estaba tan feliz y alegre. El anciano
sin mirarle se inclinó hacia una especie de trineo rojo y saco un libro, el cual
le dio a Trópoden y le dijo
– Llévatelo, léelo y cuando acabes lo entenderás todo-.
Trópoden cogió el libro y se fue a su casa. Cuando llegó se sentó en su sillón
a leer el libro que aquel anciano le prestó. Cada página que pasaba se
asombraba más. En una de las páginas salía una foto de un niño escribiendo
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